La bestia

Un fuerte ruido logró desvelarme y, de a poco, abrí los ojos y levanté la cabeza de la almohada. Gracias al reflejo de la luna que atravesaba por la ventana, pude divisar una figura desmoronada en la puerta de mi habitación. Un escalofrío heló mi espalda.  Su cuerpo era tan voluminoso que ocupaba la mitad de la entrada y daba la impresión de ser un ovillo, por la forma en que sus garras se enlazaban en sus piernas. Me quedé unos segundos observando su cuerpo en silencio para verificar que se moviera. Nada ocurría. La criatura se encontraba impávida ante mi mirada. Continuar leyendo «La bestia»

La bolsa

Decidí darle una mirada de nuevo, comprobar que todo este allí. Los había reunido a todos dentro de una bolsa grande de la feria del calzado. Era sin dudas una ocasión especial.

A primera vista se veía el muñeco de Scorpion. Ya había perdido su túnica por el constante ajetreo del día a día, pero conservaba aún el color amarillento del barbijo de su capucha.

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La primavera

Pasado unos minutos del mediodía, noté que el día se había vuelto gris de repente. Un conjunto de nubarrones había ganado el cielo y cada vez amenazaba más con llover. Faltaba aproximadamente una hora para salir al colegio, pero no me había vestido con el uniforme aún. En cambio, seguía degustando un sanguche de papas fritas mientras que, por el canal once, el Zorro saltaba desde el balcón del cuartel para caer sentado sobre su negro corcel; daba dos taconazos y en la escena siguiente se lo veía galopando por las llanuras. Fue ahí cuando se me ocurrió que faltar a clases ese día, sería una idea brillante: mi asistencia durante el año había sido perfecta, tarea pendiente no tenía y no íbamos a ver tema nuevo, ya que, durante el día, se iban a realizar actos conmemorativos del día del estudiante con festejos incluidos. Además, mis compañeros solo hablaban del baile que se había organizado por la primavera en el club del Vidrio y que no me interesaba asistir en lo más mínimo.

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Calentador a querosén

En el invierno, cierro los ojos y hay un olor tan intenso que embelesa mi sentido del olfato: el del calentador a querosén. Es un aroma muy particular, diría que inconfundible. Pero no justamente el olor de la combustión, que por cierto es bastante espeso, sino que es otra cosa. Mi papá dejó calentando, desde la tarde en la hornalla del calentador, una lata de conserva con agua y semillas de eucalipto; atribuyéndole de esta manera, una doble función: no solo servía para menguar un poco el frio, sino que también la de aromatizar la casa. Esnifo el aire del ambiente con calma, haciendo valer cada inhalación,  llenando mis pulmones a su máxima capacidad para que, cuando exhale, el vapor de mi boca tenga un sabor algo mentolado. Continuar leyendo «Calentador a querosén»

Figuritas

Como era habitual, en los recreos solía recostarme en la pared de la entrada del aula para observar como jugaban el resto de chicos. Delante de mío, Seba estaba sentado en posición “de indio”, mirando fijamente un álbum de figuritas.
A lo lejos, llegaba corriendo Lean con un sobre de figuritas en la mano, presuntamente comprados en el kiosco del colegio. Adoptó la misma posición india que Seba y comenzó a abrir, con suma minuciosidad, el sobre por la parte superior del mismo. Una vez que abrió el sobre, fueron orejeando de a una las figuritas que les había deparado el azar: Continuar leyendo «Figuritas»